Personajes: Un hombre y una mujer.
Locaciones: Un cuarto y un parque con un lago.
Soundtrack: “The Kiss” – The Cure. (http://www.youtube.com/watch?v=yshUFah31iQ)
Título: “El Beso”. A veces benditos, a veces malditos.
Tomó su brazo para detenerla, y la besó. En realidad quería dejarla ir, pero no pudo contenerse ante esos labios rojos y carnosos que le invitaban a posar los suyos, para luego, bocas entreabiertas, dejar bailar sus lenguas. A veces un vals, a veces unos tambores caribeños. Le tomó con firmeza por la cintura, y sabía que no debía, no le era ajeno el peligro que corría. Cuando trató de esquivar el segundo beso, ya era tarde, y su cuerpo no reaccionó, o más bien podríamos decir, que reaccionó en favor de ella.
Sus manos, poseídas en deseo, la apretaron contra su cuerpo. Pensamientos difusos. Trató de mirar, y unas palabras al oído, quién sabe cuales, le hicieron desistir. A ciegas palpó cada parte de su cuerpo, mientras el corazón bombeaba más duro, y la piel se le erizaba al tiempo que vivía fuertes contracciones. Ella respondía en su cuello, en su pecho, en la parte baja de su espalda, y no se detuvo.
Las horas se montaron en una nube, y flotaron sin ser percibidas. Cuando todo acabó, se vistió rápido, y huyó despavorido. Ella, con una sonrisa, lo dejo marcharse, no sin antes asegurarle, volverás.
El sol, castigaba su espalda, mientras él corría en busca de algún lugar seguro, pero no había tal cosa, no existía un lugar al que pudiese llamar hogar. Ni siquiera, aunque llovía por dentro, pudo llorar. Sentado en el banco del parque, busco claridad en sus pensamientos, no quería librar batallas, que se habían perdido antes del sonido de tambores y trompetas. El humo del cigarrillo, bailaba suave, tratrando de ocultar su rostro.
Algo en su interior cambió, y aunque no podía apreciarse a simple vista, sabía que había una transformación. Hay quien piense que fue producto de la meditación, en lo particular, me gusta pensar que solo fue la brisa, que daba de lleno en su rostro. La verdad es que no importa mucho. Se levantó, y camino hacia el lago. Al llegar, hundió su rostro bajo el agua, solo Alfonsina podía hacerlo caminando, pensó. Las burbujas, salían de su boca, de menos a más, de más a menos. Desesperación.
Se despertó de súbito, seco, sin lago y sin parque, sólo las sábanas revueltas, y esos labios rojos y carnosos otra vez, y entre valses y tambores, un corazón bombeando, y el tiempo reposado sobre nubes. Se sintió morir.