lunes, 30 de junio de 2008

los funerales no duran por siempre

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Personaje: Una Señora de cabello de plata.


Locación: Una Casa en el pueblo.


Soundtrack: “Canción para mi muerte”- Sui Generis (http://www.youtube.com/watch?v=8k-eX3rF8xM)


Título: los funerales no duran por siempre” aclaratoria acerca de un subnick en el messenger


Sentada en su mecedora, con la tarde bañándose en naranja y una fría brisa que ya avisa la venida de la noche, pasa las horas la señora de cabello plata, sin mayor compañía que la de sus memorias, que a su edad deben ser tan innumerables como difíciles de recordar. Ahí sentada, con la mirada parca, cansada, ya no se preocupa en huir del tiempo, en parte quizás porque está conciente de que el tiempo ya le está dando alcance y entonces qué más da insistir si nadie ha podido ganarle la carrera, si nadie ha sobrevivido a los embates de su constancia.


Una bien conservada cajita de música, bailarina incluida, reposa sobre su falda, en ella la foto sepia de una hermosa mujer y una carta que recién acaba de releer. Encima de estas, cruzadas, descansan sus blancas y huesudas manos. Las gotas que manchan el papel son lo único nuevo y ya están muertas. Nacieron en sus ojos, quizás hace tres minutos, vivieron corriendo por sus mejillas para finalmente fallecer entre aquellas letras, muy cerca de la única parte que sus manos dejan leer bien de la carta y que dice: “…para siempre…”


Sentada en su mecedora, con la noche salpicada de estrellas y una brisa que en momentos se atreve a silbar, toma un té que ella misma preparó hace breves instantes. Sus manos temblorosas llevan la taza hasta su boca, que al retirarla, deja tras de si una ligera sonrisa de placer.


La cajita de música está cerrada, dispuesta en una mesa junto a la mecedora, y aunque sus ojos están fijos en el largo camino que pasa justo frente a su casa, su pensamiento tiene la mirada puesta en la cajita. Otro sorbo de té. Hace un año ya, hace un año ya que te fuiste y aún recuerdo aquel día como si fuese hoy, ay como dolía, ay que falta que me haces, y yo pensé que ese día terminaría por acompañarte, terminaría por morir, como lloré por mí. Y colocando la taza junto a la cajita pensó: ¿y quién llorará por si mismo cuando yo muera?... al igual que la felicidad, los funerales no duran por siempre.


Sentada en su mecedora, con la mañana dócil vestida de rosado y una fría brisa que hace bailar su cabello plata con alegría sobre su ahora insensible rostro que conserva intacta su sonrisa, reposa la señora. Ya desde hace unas horas dejaron de pasar las horas para ella.

martes, 24 de junio de 2008

El taxi te está esperando

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Personajes: Una mujer triste, un hombre de mirada pálida, un taxista, niños colegiales, un hombre de traje gris, una señora, una niña y un esposo.


Locaciones: Una Casa en la ciudad. Calles de ciudad. Otra casa en la ciudad.


Soundtrack: “Té para tres”-Soda Stereo (http://www.youtube.com/watch?v=krV8PsNjVs8)


Título: El taxi te esta esperando” frase de la película “Todo Sobre mi Madre”–Pedro Almodóvar


Un te amo ahogado es lo único que ella alcanzó a decir, un te amo desvirtuado, convertido en súplica, un te amo lamentable y desesperanzado que poco a poco llenaba sus ojos de lagrimas. Ahí, sentada en el mismo sofá que el hombre de mirada pálida, separados por dos cojines y una espesa bruma emocional, sentía como su mundo poco a poco se derrumbaba en su interior, sueños cayendo a pedazos, promesas que pierden sentido, como es natural, en el voraz apetito del tiempo.


El taxi te está esperando, fue lo único que salió de la casi inexpresiva boca de aquel hombre, frase convertida en filoso metal que con exquisita precisión terminó de cortar cualquier hebra de esperanza que ella albergara. De vuelta al pesado silencio, respirando hondo y conteniendo el llanto, se levantó hacia la puerta, y dejo entrar la mañana en todo su esplendor durante unos segundos, en el medio del marco de madera, con el sol dando de lleno en su cuerpo dejando ver su silueta con los bordes en dorado, en un abrazo en el que el sol y sus rayos parecían querer traerla a la vida de nuevo.


Sentada en la parte trasera del taxi, observaba el movimiento matutino de la ciudad, los niños jugando frente al portón del colegio, el hombre del traje gris que le habla a su celular, la señora que sostiene su libreta de ahorros y va al banco a hacer su cola , el gentío comenzando su día, buscando su vida. Encendió un cigarrillo y pensó en cuanto le amaba, en realidad lo pensó y lo sintió, porque no habría otra explicación para la lluvia que estalló en sus ojos después de la primera bocanada, tupiendo su nariz, ahogando su pecho y llenando su cabeza con recuerdos que se atropellaban por estar en el primer plano de sus pensamientos. Realmente le amaba.


Luego de pagar el taxi y secarse cuidadosamente las lágrimas de pie en la acera, aun aturdida sacó la llave y abrió la puerta de su casa. Su pequeña niña salió corriendo a su encuentro, le abrazó y hundió su cabeza en sus faldas. Ella le tomo, la cargo, le beso y por un momento, todo se quedó paralizado, algo se había equilibrado en su interior. No había dejado de estar triste, pero ahora era distinto, tenía absoluto control de la situación, inclusive y aunque para algunos sea difícil de creer, tenía pleno dominio de sus acciones, y el llanto abandonó las ganas de emboscarle.


Colocó a la niña en el suelo, fue al espejo, se contempló, dibujó la silueta de su rostro con el dedo índice y sonrió de medio lado. ¿Eres tú mi amor?, se escucho desde el segundo piso, seguido del sonido del pisar en las escaleras de madera. Iba a preguntar por segunda vez cuando la encontró al pie de la escalera, con una sonrisa que llenaba toda la habitación, con una sonrisa que le hacia sentirse el hombre mas dichoso del planeta. Ella le tendió los brazos y cerró los ojos con la misma fuerza con que le abrazaba. ¿Qué tal el fin en casa de tu mamá?, todo bien, te mandó muchos cariños. El tomó su maletín, le dio un pequeño beso en los labios, voy tarde, te amo. Un te amo ahogado es lo único que ella alcanzó a decir.

lunes, 23 de junio de 2008

Intro

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Desde las regiones oscuras al otro lado de las montañas situadas en el extremo superior de nuestro cercado dominio serpenteaba un estrecho y profundo río, más brillante que todo, excepto los ojos de Eleonora, y retorciéndose aquí y allá en numerosos meandros, se escapaba al fin por un desfiladero tenebroso a través de las montañas aún más oscuras que aquellas de donde había salido.”

Edgar Allan Poe – Eleonora

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Tenía rato con la inquietud de escribir un blog, inquietud que decapitaba siempre ante la ausencia de tiempo, la desidia, el no saber exactamente que decir. Así pasa con muchas cosas que queremos, las hacemos a un lado, creando excusas para luego dejarlas desvanecerse en el olvido voluntario, en nuestra propia papelera de reciclaje.


También tengo rato observando a las personas (terrible), observándome a mi mismo (peor aún), encontrando historias en la contemplación, en el día a día, en los cada vez más impúdicos titulares del periódico, en el espionaje a conversaciones ajenas, en las expresiones de la calle, exquisitamente generadas por conductores de busetas, buhoneros, señoras encopetadas, niños malcriados de esos que provoca nalguear, sin intención de hacer el trabajo de los curas por su puesto. En el televisor y su imbatible y viciosa estupidez, en la sobreviviente radio, en el infinito y mutante internet, en los exagerados cuentos entre amigos, que las cervezas y los años terminan por deformar (para bien de los amigos y de uno mismo, claro está), en las ionescas charlas de bar, en los aireados y silenciosos domingos en el parque, en la cotidianidad. Finalmente, del individuo que generalmente no tiene nada que decir.


Wilde tenía razón en eso de que Es absurdo dividir a la gente en buena y mala. La gente es tan sólo encantadora o aburrida” y una abrumadora mayoría pertenece al segundo grupo, sin embargo, la imaginación, el cuento, se convierten en pequeños placebos para combatir el gris con que mucha gente decidió pintarse, o quizás ese gris es el que le pone uno a ellos desde la silla de juez que todos tenemos en el palacio de nuestra moral. De una manera o de otra, los Cuentos Para Eleonora si tienen una pretensión bien definida (y egocéntrica): Contar historias a partir de nada, ponerles música, imágenes y entregarlas a la simple curiosidad del que se tome la molestia de leerlos.


¿Por qué Cuentos Para Eleonora?


Simple, porque una buena y admirada amiga bautizada con el primer nombre de Eleonora, no solo me sugirió abrir este blog (en realidad prácticamente me obligó ), sino que ella, su vida, pertenece al grupo minoritario al que hace mención Wilde, a la gente encantadora que hace que alguien como yo, se anime a iniciar esto, aún sin saber exactamente que decir.


Oscar.